En diciembre de 2019 se identificó el primer caso de la neumonía causada por el virus coronavirus en la República Popular China. El 3 de marzo de 2020 llegó a nuestro país, días antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconociera como una pandemia global. El 18 de marzo el Estado de Chile declaró estado de excepción y distintas regiones entraron en cuarentena, obligándonos a permanecer en nuestros domicilios habituales para evitar el contagio.
No es primera vez en la historia que el distanciamiento físico, el cierre de espacios públicos, el toque de queda y los cordones sanitarios, se han implementado para combatir epidemias. Sin embargo, esta vez nos tocó a nosotros, y si bien la cuarentena ha sido una experiencia mundial, este largo encierro lo vivimos en el espacio privado, y sus ritmos y tiempos son personales. La pandemia tiene nombres y tiene rostros.
Es por esta razón que el Museo Histórico Nacional, institución encargada de hacer comprensible que cada persona tiene su lugar en la historia, abre la campaña Pandemia COVID 19 y extiende la invitación a quienes deseen dejar huella de sus experiencias durante la pandemia de COVID 19 a través del envío de sus testimonios escritos, fotográficos y/o audiovisuales a esta plataforma.
Niños en cuarentena. Testimonio de 4 niños de diferentes edades. 1 casa, 4 mundos diferentes.
En la parte alta de mi closet, en lo que llaman maletero pero donde nunca hay una maleta sino aquello que uno guarda a la espera de volver a usar algún día que nunca llega...
Me estoy ahogando, Me ahogo en mi encarcelamiento, En mi propia soledad, En el aislamiento. Me asfixio en mis clases, En el cansancio y aburrimiento, Pues ya no son presenciales...
Es viernes por la noche en Av. Chacabuco y por donde habitualmente circulaban cientos de personas, hoy en pandemia solo se logra apreciar a transeúntes junto a sus mascotas...
"Son raros estos tiempos de pandemia, están llenos de incertidumbres, miedos y fantasmas".
Mi papá murió buscando pega. Desde noviembre del año pasado se encontraba cesante. La obra donde trabajaba paralizó su faena como consecuencia del estallido social. Desde Coihueco regresó a Santiago, sosteniendo a su familia con la indemnización recibida. También realizó algunos “pololos” gracias al contacto de familiares y conocidos.