Mi mamá dejó de trabajar en su oficina y yo dejé de estudiar en el colegio, dejamos de salir por el covid-19, para cuidarnos…

«Son raros estos tiempos de pandemia, están llenos de incertidumbres, miedos y fantasmas».

Después de tantos días sin salir de mi departamento, lejos de descansar, siento un letargo permanente, cuando se va el sol, con el se va mi energía. Me duermo así temprano, temprano me levanto. Eran las 4:30 de la mañana, me desperté con el ulular del viento, ¡no me lo podía perder!, llevaba días sin sentirlo en la piel, al menos mi cara necesitaba un golpe de viento frío, me paré como un resorte, abrí el ventanal de par en par y salí, no sentí frío, sino caricias, calma, plenitud, un regalo de Dios en medio del encierro.